Agridulce
Hola, ¿cómo estás? No, no, espera, no me respondas, ni me cuelgues; sólo escucha. Sí, sé que suelo ser inoportuna y muchas veces tan empalagosa, pero tú me acostumbraste a ser así. No, no, calla, te dije; sólo quiero que me escuches un rato. Sí, sí, sé que tienes cosas que hacer, pero sólo te pido unos minutos. Es que... ya no puedo callar. Te he necesitado tanto, no me acostumbro a estar sin ti. Tu voz, la extrañaba. Recuerdo cuando me llamabas por las madrugadas y durábamos horas hablando de lo inútil de la vida o de princesas en castillos. ¿Sabes? He estado tan mal estos últimos días; ni mis amigas me aguantan... bueno, si a esas personas se les puede llamar amigas. Parásitos, todos son parásitos... y yo un parasito que necesita de ti. Todo me duele... todo el ser me duele sin ti. Dime cursi, si quieres, pero sólo recuerda que no me decías así cuando me hacías tan feliz. Solo me pregunto si te hice feliz; espero que sí porque me desgaste tanto a tu lado que creo di todo lo que jamás he dado en mi vida. Tú me enseñaste tantas cosas... tantas cosas que ahora me duelen. Tú me moldeaste a tu gusto. Tú, tú, tú. Tú y tus encantos. Tú y tus engaños. Eres agridulce y yo un insecto que bebió de ti.
3 comentarios:
Me gusto mucho la última línea. A veces eso que debería ser mutualismo se vuelve un simple y asqueroso parasitismo de nosotros mismos...
Holas! Weno, pues aqui pasando a dejar mis saludos en estos lares. Un sentimiento que en el marco de la necesidad deriva en obsesión. Muy bueno =D
Que buen final.
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